La arquitectura, puesta en práctica, es la reconciliación de dos sistemas: el espacial y el material. El arquitecto debe de cumplir con unos requisitos que dependen del tipo de estructura mediante el juego con las posibles combinaciones de estos sistemas para crear una obra completa, matizada con su personalidad, pero que todavía cumple con su propósito. Esto quiere decir que si el arquitecto no encuentra balance entre ambos sistemas no alcanzará hacer una obra efectiva que lo satisfaga a él y mucho menos al que luego la utilizará. No se pueden crear espacios ni obras efectivas sin antes tener en mente como vas a entrelazar a estos dos sistemas tan importantes.
El sistema material es el más simple de entender, simplemente consiste de los materiales y objetos físicos con los que se construyen a una estructura. Aunque simple de entender se necesita cierto conocimiento estructural antes de poder hacer una buena casa u obra. No basta con solo diseñar una casa con fachada x, losetas y o jardín z. El arquitecto se debe cerciorar de tomar en cuenta las necesidades de la construcción sean limites creados por el lugar en donde se construye o las necesidades y deseos más específicas de los que usarán a la estructura más tarde. En el caso de una vivienda el sistema material se debe utilizar de tal modo que el dueño esté o no expuesto a los elementos. Las decisiones que toma el arquitecto respecto al sistema material determinan el carácter de la estructura, sus detalles y sus propiedades.
Por otro lado el sistema espacial está definido por volúmenes, superficies y suspensión. Este se puede definir como el espacio negativo que ya contiene una estructura y el positivo (tiene más potencial) que esta vacio. Al construir un edificio se suele pensar solo en la fachada y en los materiales o en hacer una construcción genérica sin un sentido lógico en su diseño esto deja a sus adentros completamente vacios y sin un orden en específico. Esto no puede ser permitido ya que el sistema espacial también define a una obra arquitectónica un edificio, como cualquier objeto, se define tanto por lo que tiene (espacios negativos rellenados con el sistema material) como con lo que le falta (espacio positivo). No puedes pensar y mucho menos usar una copa o vaso, estructura importantísima para nuestro día a día, sin tomar en cuenta el espacio vacío en donde pones el líquido. Este espacio “vacio” define la importancia del sistema espacial y contiene todo el potencial para cambio de la obra y es el que luego controla el o los habitantes del edificio. El arquitecto entonces se encarga de establecer cuál va a ser la forma y función de los espacios, eso sí pensando en su uso futuro.
Los sistemas tienen diversos usos y funciones desde marcar estilos (simétricos, circulares, etc.) hasta marcar la funcionalidad y estética de la obra. Estos deben trabajar en conjunto ya que sus límites se definen entre si y ayudan también a definir aspectos de la obra arquitectónica como el flujo de personas cuando entran, entre otras cosas. En fin toda obra arquitectónica se define primero por su reconciliación particular entre sistemas y luego por los detalles y ornamentos, por ende el arquitecto nunca debe perder de vista el balance requerido (por los materiales, cliente u otro) y proyectado (por si mismo).
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